Esta vez ha tocado levantarse a las 4:45, porque quedaba revisar y cerrar bien las maletas, meter a presión neceseres, regalos y chocolates, vestirse y no olvidarse nada… A las 5:40 el bus dejaba el Hotel Felicia, en Kaluža, a orillas de su lago, que nos ha servido de lugar de descanso esta semana, bajo la lluvia…
El viaje a Budapest ya lo conocíamos, pero no por eso se nos ha hecho menos largo, aunque hemos pasado buena parte del viaje dormitando, mientras atravesábamos pueblos y ciudades, y la frontera con Hungría.
Llegada a Budapest, despedida de Jarmila (directora del Colegio anfitrión) y de Anna (coordinadora Erasmus allí), que se han tragado las 4 horas de ida y otras tantas de vuelta para acompañarnos. Y despedida de nuestros hermanos portugueses, que salían a Oporto a la misma hora que nosotros.
Hemos almorzado allí, en nuestra tradicional acampada en los suelos de aeropuerto, el bocadillo que nos han dado en el hotel, con una curiosidad: iba acompañado de un pimiento, crudo y enterito, que suelen comer como nosotros una zanahoria… Los hemos recogido para sembrarlos en el huerto del cole y tener un recuerdo de Rakovec.
El vuelo bien, algo turbulento en el aterrizaje (por el viento), pero sin más curiosidades. Y a la salida ya nos estaba esperando el conductor del bus que nos traía a Salamanca. Ha preguntado a “los nueve”: “¿Qué es lo que más habéis echado de menos de España?” No ha habido duda, respuesta unánime: el agua.
El viaje, lleno de “holas”: hola España, hola Madrid, hola comida relajada, hola Castilla y León, y, al asomar las catedrales al fondo, hola Salamanca.
Al llegar, padres, madres, hermanos, abuelos y tíos nos han recibido con mucho cariño (con mucho cariño que se agradece, que reconforta, que quita cansancios y dudas, que alienta, que acompaña).
Y han llegado los besos de buenas noches, en nuestra esquina de la Gran Vía, que a los tres que hemos acompañado a los nueve nos ha emocionado por dentro (mucho). Porque hemos tejido un hilo distinto, y el tapiz ha quedado muy bonito.
Imaginamos que a estas horas hay silencio en las habitaciones. Gracias a todos por confiar en esta casa que es nuestro Colegio, en esta familia que formamos juntos, y en esta propuesta de educación en valores, en convivencia, en arte y cultura, y en vida.
Nuestro ser creyente nos invita a pensar que el Señor va haciendo su obra buena con el trabajo bien hecho. El de los profesores y la dirección, cada día del curso, tan tremendamente cotidiano. El de la coordinadora Erasmus en este proyecto. El de los que acompañamos cada experiencia. Y el de vuestras hijas y vuestros hijos, que nos han escuchado cada día y cada minuto, y han escuchado y mirado el mundo que se ponía ante sus ojos, y han hecho de esta semana algo único, divertido, original e inolvidable.
Dice Francisco Esteban Bara en Ética del profesorado: “Cuando un profesor está orgulloso de sus estudiantes no es tanto por los éxitos que hayan podido conseguir o por los obstáculos que hayan sido capaces de superar, sino porque se han convertido en personas de las que vale la pena enamorarse, personas con ideas, sentimientos, actitudes y maneras de funcionar que son dignas de admiración”. Pues eso.
Una vez estuvimos en un pueblo eslovaco que se llamaba Rakovec. ¿Os acordáis?
Mañana seguiremos aprendiendo juntos. Pero eso ya es otra historia…
#ErasmusPlus #MADSproject🇪🇺💙🇪🇸🇵🇹🇨🇿🇸🇰
